29 marzo, 2012
“Todos amamos tan ciegamente alguna vez, cuando amamos desesperadamente”. Manolo Garcia.
Una y otra vez me encuentro alentando a mis clientes en las sesiones de terapia a cuidarse, quererse, valorarse, respetarse, confiar en sí mismos, conectar con su niño o niña interior y sus necesidades, y aprender a estar solos. Hablo del ocho que somos: un círculo representa la parte adulta y el otro a la parte niña. Y de la energía que tiene que fluir dibujando el ocho para integrar ambas partes; ir llenando vacíos para relacionarse desde ese respeto, amor, valoración y auto aceptación. Porque desde la desconexión y el abandono de nuestras necesidades no podemos conectar verdaderamente con los demás y lo que hacemos es proyectarlo y nos parece que son los otros quienes nos abandonan…y a veces lo conseguimos. Porque no hay peor carencia que no poder contar con uno mismo.
Últimamente he descubierto la rumbita del sano amor de Rosa Zaragoza. Me encanta. Es la pura expresión de proceso interior del que hago, tengo que reconocerlo, proselitismo.
Ya te quiero yo, mi amor, mi niña, ya te quiero yo mi vida mi amor. Me tienes a mí siempre contigo metidita aquí en mi corazón. Si un hombre se enamora de mi persona eso no significa que me vaya con él, yo ya no me estreso por no tener novio, si un día aparece pues mira que bien…. Para toda la vida ya seremos una, gozando de todo y padeciendo también, tu no te preocupes si se pone negro, para eso estoy yo p’a cuidarte muy bien.
Y es que necesitamos arte, poemas, canciones, dibujos, símbolos y arquetipos para sanarnos, crecer y evolucionar en nuestro proceso de individuación. Estoy convencida de que si tiempo atrás era un “lujo” para unos privilegiados o buscadores espirituales, ahora necesitamos hacer este trabajo de autoconocimiento para dejar de hacernos daño, dejar de hacer daño a los que supuestamente amamos y no seguir destruyendo a la Madre Tierra.
Y cuando animo a comprometerse con uno mismo se a ciencia cierta que es un largo camino, si uno tiene la intención de experimentar una relación sana alguna vez en su vida. Porque la gran mayoría venimos de relaciones de dependencia, control, exigencia, dominio, sumisión etc. Y para transitar de una relación insana a una sana hemos de aprender a hacernos cargo de nosotros mismos y esto supone un proceso que lleva su tiempo. The long and winding road es en realidad una invitación a recorrer ese camino, a sostenerse y no abandonarse, y no como pensábamos una canción sobre la necesidad de apoyarse en el otro.
Idealizamos lo que no tenemos. Si no tenemos pareja, estamos locos por encontrarla y fantaseamos con una relación ideal y una pareja perfecta. Si la tenemos, muchas veces nos sentimos encadenados y queremos liberarnos del control, ansiamos libertad. Es la paradoja, parece que nunca estemos satisfechos. Y desde la insatisfacción no evolucionamos. Es desde la aceptación de lo que ES, de lo que sucede que podemos fluir con la vida, sin añadir más sufrimiento. Amar lo que es, lo que soy, para que se transforme.
Confiar. Confiar en uno mismo, en la Vida, en que todo tiene su sentido. Confiar en que la Vida nos acompaña y sostiene. Confiar en que si nos escuchamos sabremos discernir lo que nos conviene, tomar buenas decisiones. Confiar en que vamos aprender a cuidarnos, que vamos a dejar de hacernos daño, cada uno desde su neurosis particular, que vamos a asumir los riesgos que necesitamos y salir de la zona de confort para crecer y vivir más plenamente. Confiar en que vamos a aprender las lecciones que la vida tiene para enseñarnos y nos vamos a perdonar cuando nos equivoquemos.
Si integramos un adulto afectuoso, firme, tolerante y nutricio -ese padre y madre que necesitamos en la infancia- y nos hacemos cargo de nuestros aspectos más infantiles evitamos cargar al otro con nuestras carencias. Que alivio! ¿A quien no le cuesta hacerse responsable de la propia vida como para cargar con la del otro?
Y mientras no aparece esa persona con la que quisieras compartir íntimamente una posibilidad es aprender a ser una buena pareja, integrar esas actitudes, esas cualidades que uno desearía que el otro tuviese. ¿Quieres que te respeten? Respétate. ¿Quieres que te acepten? Acéptate. ¿Quieres que te amen incondicionalmente? Aprende a amarte incondicionalmente. Cultiva y desarrolla Maitri, la amistad incondicional contigo mismo.
A cada momento, en cada gesto, ante cualquier eventualidad. Di: te quiero igual. Te quiero igual si te equivocas, te quiero igual si te sientes insegura, te quiero igual si te sientes ridículo, te quiero igual si estás triste, si estás contento, si te sientes vulnerable, si estás enfadada, te quiero igual si tienes la regla. Te quiero igual. Porque así como se cumple el axioma lo que es arriba es abajo, igualmente cierto es que lo que es adentro es afuera.
Te gustaría conocer a alguien generoso, amable, creativo, tolerante, que esté en buena forma física, un buen amigo, que le guste la naturaleza, emocionalmente equilibrado, que conecte con el mundo espiritual y que le guste bailar…pues eso que deseas, sélo tu. Conviértete en la mujer, en el hombre de tus sueños.
Es la rumbita del sano amor. Si a alguien se le ocurre una canción equivalente para los hombres que por favor me lo diga, si no habrá que inventarla. De momento tengo esta de Manolo: “Vamos a querernos mi pequeño amor como tu yo sabemos. Estaremos juntos, mientras cada minuto que pasemos separados sea para sufrir”. Suelo adaptar las canciones que dicen “sin ti no soy nada” aplicándolas a mi misma, porque el “no puedo vivir sin ti” es una actitud infantil, donde se coloca al otro en la posición de padre o madre. Y hemos de crecer de una buena vez! Poner demasiadas expectativas y cargar a la pareja es hundirla. Me viene la imagen de los dibujos animados de los Picapiedra. Wilma o tal vez era Pedro iba cargando el troncomóvil hasta que éste se volcaba de lado por completo.
Esperar que el otro se haga cargo, solucione, asuma es pedir demasiado. Muchas parejas jóvenes se están separando por estas razones. Se reprochan, se exigen, se tratan mal, se empeñan en ver la paja en el ojo de su pareja y no ver la viga en el propio. No es fácil reconducir esto en terapia, tampoco dentro de una convivencia cotidiana y casi siempre termino sugiriendo soledad o en su defecto espacio. Dar espacio y libertad al otro, darse espacio y libertad a uno mismo. Ver donde uno falla, de lo que es responsable, lo que con mucha paciencia y perseverancia se puede transformar.
Mi sueño es que haya hombres que se comprometan a hacer este proceso, que no se retiren a su torre de marfil, se encierren en un caparazón blindado y autosuficiente y se conviertan en seres solitarios especialistas en un buen vino, buen fútbol y buena música (que no está mal), viviendo en sus corazones impenetrables. Mientras, otros prefieren huir hacia delante buscando un ideal, catadores encantadores de serpientes que se protegen del riesgo de la entrega yendo de teta en teta, como el que se mete un chute de cualquier sustancia.
Hombres con el coraje de desarrollar lo que el Dalai Lama denomina calidez de corazón. Desde ese lugar brota una mirada cálida, compasiva, en primer lugar hacia uno mismo. Consiguiendo dicho sea de paso incrementar el sistema inmunológico y prevenir infartos. Uno se encuentra con su propia tierra y aprende a cultivarla, y ésta se vuelve fértil al labrarla con detenimiento y esmero. Nutren su vida haciendo cosas que verdaderamente disfrutan a solas. Y experimentan que del árbol crecen naranjas enteras.
La felicidad es AHORA. Aceptación de lo que es, de lo que hay, de lo que soy. Aceptación y reconciliación con mis ancestros, con la cadena de hombres y mujeres de quienes provengo. Cuando la Vida dice que toca estar solo, quien es uno para oponerse, para manifestarse desde la arrogancia y cuestionar como han de ser las cosas? Los antiguos griegos llamaban hybris a la arrogancia de los humanos y creían que los dioses los castigaban con la némesis, cuyo sentido era ponerles en su lugar y que aceptasen con humildad su destino. Podemos dejar de pelearnos con el fluir de la Vida y sus acontecimientos. Nos va mejor cuando nos rendimos (que no resignamos, no es lo mismo) a los designios del plan divino.
La soledad del corredor de fondo. El anhelo de intimidad. Aplícate el cuento: sé íntimo contigo mismo, sé íntima contigo misma. Ahora bien, comparte, participa, se generoso en tus afectos porque ya sabes que “cada uno da lo que recibe, y luego recibe lo que da”. Abre tu corazón a la Vida, abre tu corazón a la experiencia, a los amigos, vecinos, a quien sea. Abre y entrega tu corazón. La unidad humana es la base de la felicidad. Pertenecer, formar parte, sentirse conectado a la red humana, abiertos a un amor más amplio. ¿Que sucede cuando empezamos a vivir desde el corazón? El Sagrado Corazón de Esporles me sonríe y guiña un ojo. Hoy me he despertado cantarina.
Texto original © Ascensión Belart.
Los contenidos y artículos de este blog están protegidos con derechos de autor “Copyright ©” se pueden reproducir o publicar en Internet siempre que se ponga la referencia de la autora y el lugar de procedencia.
© Aina Climent http://ainacliment.tumblr.com/