El buen amor en la pareja

5 abril, 2013  41DVtwQ1SNL._SY344_BO1,204,203,200_

Después del precioso cuento Las monedas de nuestros padres (2006) y del extraordinario Vivir en el alma (2008) el psicólogo humanista Joan Garriga, Co-fundador del Institut Gestalt de Barcelona, vuelve a publicar y nos regala El buen amor en la pareja, actualmente número uno en ventas de libros de no ficción en España.

Necesitábamos este libro, fruto de sus muchos años de experiencia en terapia individual, de pareja, talleres, grupos y Constelaciones Familiares. Un libro que aporta luz y claridad para uno de los temas que más nos atrae a hombres y mujeres, que más placer y sufrimiento nos proporciona: el anhelo de amar y ser amados, de conocer al otro y dejarnos conocer. Un ámbito lleno de expectativas y bellas promesas, si bien en la mayoría de las ocasiones nuestros condicionamientos de infancia y las dinámicas de generaciones anteriores nos lo dificultan en buena medida. Una suerte de libro del buen amor para los tiempos que corren que no me cabe duda propiciará la transformación de la visión social e individual que tenemos del amor, y nos ayudará a aquellos que estamos dispuestos a transitar del viejo amor al buen amor.

“El buen amor se reconoce porque en él somos exactamente como somos, y dejamos que el otro sea exactamente como es, porque se orienta al presente y hacia lo que está por venir, en lugar de atarnos al pasado, y sobre todo porque produce bienestar y realización”.

Las 12 reglas de oro para vivir en pareja que Joan Garriga nos propone son:

1. Sin ti no podría vivir/ Sin ti también me iría bien. Somos dos adultos que nos sostenemos sobre nuestros propios pies, no dos niños buscando a sus padres. Sin ti también me iría bien, pero me alegra el corazón que sea contigo y que estemos juntos. “Sin ti no puedo vivir” es una afirmación que proviene de un niño, amor de pareja en versión infantil, no de un adulto. Una pareja sana se da entre adultos que han aprendido a sostener a sus niños interiores.

2. Te Quiero por ti mismo/ Te quiero por ti mismo…bueno, a pesar de ti mismo. Es un regalo enorme amar las sombras del otro, su ego, sus dificultades, y ser compasivos con ello, porque eso significa que somos capaces de reconocer al otro miembro de la relación en su realidad más sombreada. La pareja es un campo de crecimiento en el que se van limando las asperezas del ego gracias a que el amor compartido es capaz de soportarlas.

3. Hazme feliz/ Siento el deseo espontáneo de que seas feliz. La pareja no está pensada para darnos la felicidad, aunque si sabemos conjugar todas sus dimensiones experimentamos algo que se acerca a la dicha. Sentimos que pertenecemos a algo, que hemos creado una intimidad, un vínculo, y que construimos caminos de vida. La pareja proporciona intimidad, sexualidad, vinculación, crecimiento. Aprender a amar al otro como es, dejar atrás idealizaciones y acercarnos a lo real, a lo que es.

4. Quiero una pareja/ Mejor me preparo para ser pareja. El exceso de «yo» y de individualidad por encima del sentido del «nosotros» convierte la pareja en un campo increíble de libertad y al mismo tiempo nos expone a más y más soledad e incertidumbre. Las dos cosas al mismo tiempo. Si quieres tener pareja, trabaja en tu interior para encontrar tu propio tono y manera para ser compañero o compañera, y lo demás se te dará por añadidura.

5. Te lo doy todo/ Mejor te doy lo que me mantiene en el mismo rango que tu. La pareja es una relación de igualdad en la que hay que procurar que haya un intercambio de equilibro y justicia para preservar la paridad de rango. Dar mucho puede generar en el otro un sentimiento de deuda y empequeñecerlo. Mejor dar lo que el otro puede devolver de alguna manera, puesto que con el intercambio fértil crece la felicidad.

6. Dámelo todo/ Dame lo que tienes y eres, y yo puedo compensar para mantener mi dignidad. Cuando alguien en una relación lo pide todo del otro, debemos sospechar dos cosas: la primera, que esa persona es un niño y la segunda, que esa persona sin duda no va a tomar y apreciar lo que se le da, porque está anclada en un guión de insatisfacción que se nutre de demanda, la cual, aunque sea atendida, no se satisface. Mejor el intercambio positivo y gratificante al negativo e hiriente.

7. Ojala sea intenso  y emocional/ Ojala sea fácil. Algunas relaciones discurren con fluidez y facilidad, no chirrían. Son el resultado del encuentro de dos naturalezas que armonizan sin grandes desencajes. Otras veces, todo es difícil, a pesar del amor. Cuando una relación es intensa y emocional, a menudo llega a ser desvitalizante. De hecho las grandes turbulencias emocionales y los juegos psicológicos desgastantes y fatales tienen que ver con reminiscencias de heridas infantiles y viejos anhelos no colmados.

8. Lucho por el poder/ Cooperamos. Demasiados siglos de lucha y sufrimiento entre hombres y mujeres nos convocan a una reconciliación. Es maravilloso cuando en la pareja ambos sienten adentro, de verdad, de corazón, que no hay mejor ni peor, y que caminan juntos. No uno por arriba y otro por abajo, no uno por delante y otro por detrás. Cooperan. Son compañeros y amigos y hermanos y amantes y socios. Uno y uno son más que dos. En lo más profundo las mujeres se suelen sentir mejores que los hombres, pero las más inteligentes se encargan de que sus parejas no lo noten.

9. Yo pienso, tu sientes, y ante lo difícil sálvese quien pueda/ Reímos y lloramos juntos y juntos nos abrimos a la alegría y el dolor. Las parejas enfrentan en su proceso vital asuntos que en algún momento duelen: hijos que no vienen, abortos, muertes o enfermedades de seres queridos, vaivenes económicos y existenciales. Son asuntos que ponen a prueba la capacidad de aguante de la pareja, y que o bien la fortalecen o bien la derrumban y ponen en ella resentimientos y millas de distancia.

10. Que sea para siempre/ Que dure lo que dure Entrar en el amor de pareja significa también hacerse candidato al dolor de un posible final. Hoy en día se habla de monogamia secuencial, esto es de que, estadísticamente, cabe esperar que tengamos entre tres y cuatro parejas a lo largo de nuestra vida, con el consiguiente estrés y tránsitos emocionales complejos que ello conlleva. Cuando no hay un contrato institucional de por medio, tenemos una oportunidad de crear la pareja cada día, a nuestra manera y de vivir lo que nos permite. Si llega el final, aprendemos el lenguaje del dolor, la ligereza y el desapego, para luego volver de nuevo al carril del amor y de la vida.

11. Primero los padres o los hijos y luego tu/ Primero nosotros, antes que nuestras familias de origen y que nuestros hijos en común. Conviene saber que el amor se desarrolla mejor en universos de relación ordenados: que los padres sean padres y que los hijos sean hijos, que la pareja que se ha creado (que puede incluir a hijos de anteriores relaciones) tenga prioridad frente a parejas anteriores o frente a las familias de origen. Que el pasado sea honrado y labre un buen presente y un buen futuro. Algunas personas dan más importancia a los hijos en común que a la pareja, lo cual acaba creando malestar en todos. Al mismo tiempo, una pareja posterior debe saber que tiene más posibilidades de ocupar un buen lugar si asume que los hijos de su pareja estaban antes y respeta su prioridad.

12. Te conozco/ Cada día te veo y te reconozco de nuevo. Algunas parejas no se relacionan con la persona que tienen al lado, sino con las imágenes interiores que se han ido formando de esa persona a lo largo del tiempo. Viven en el pasado y se olvidan de actualizarse cada día. Para evitarlo, ayuda, y mucho, abrir la percepción a cada instante nuevo y no dar a la otra persona por supuesta. El otro se ilumina cuando le reconocemos y le descubrimos como nuevo, y de este modo también nosotros nos volvemos nuevos y jóvenes.

Este libro nos habla del enamoramiento: “Me mueves mucho, pero te veo poco”, puesto que vemos al otro según nuestras expectativas y anhelos, y del proceso para pasar a al amor: “Ahora voy viendo mejor quien eres, y me mueves lo suficiente para elegirte y continuar un camino común”. Y de la entrega como una fuerza superior, un compromiso más grande y amplio que es un amor transcendente y generoso, un amor en sintonía con el movimiento de la vida, y la pareja como proyecto y vivencia espiritual.

La sexualidad es el fundamento de la relación de pareja, una fuerza mayor que el amor que crea vínculos inevitables, y la importancia de la igualdad de rango entre los miembros: ambos tienen el mismo nivel, valor y dignidad. Una igualdad que debe ser sentida y reconocida de corazón y que se cuida a través del equilibrio del intercambio entre el dar y el tomar. Cuando uno da mucho y el otro puede devolver poco se crea frustración y desigualdad. Cuando alguno se cree mejor o peor que el otro se generan dinámicas de maltrato y juegos psicológicos.

La pareja nos ayuda a crecer, no es una relación de ayuda pero es una relación que ayuda. Crecimiento no significa más yo sino más tú. El otro es siempre un misterio a reconocer y respetar. Garriga nos invita a pasar de la orilla del mal amor a la orilla del buen amor. “El buen amor se le reconoce porque nos sentimos reales, nos hace más abiertos, respetuosos y somos más felices”. Es mirarse con los ojos abiertos. Las tres expresiones que abren las puertas de la felicidad en la pareja son: “si”, “gracias” y “por favor”.

Y como no hay amor sin dolor, no podía faltar el desamor, el dolor de las relaciones que se terminan, el duelo necesario para volver a abrirse al amor despidiéndose del compañero con amor y gratitud, otorgando un buen lugar a las parejas anteriores para no edificar sobre las ruinas y cenizas. Saber que cuando nos abrimos al amor nos hacemos candidatos al dolor porque antes o después lo perderemos, nos dolerá. Y la importancia fundamental de honrar y tomar a los padres, aceptando y amando todo tal como fue.

El buen amor en la pareja es una verdadera joya, es amor en estado Puro, un libro lleno de poesía, belleza, sabiduría y conocimiento tocado por la Gracia y guiado por el Espíritu que a todos nos mueve. En él se recoge todo lo que genera buenas y malas dinámicas, lo que da alegría y dicha, y lo que genera malestar y sufrimiento. Dice textualmente: “No hay nada más irresistible para un hombre que el genuino respeto y la sincera sonrisa de una mujer, y nada más irresistible para una mujer que ser respetada como mujer y amada tal como es, incluyendo su misterio”. Si fuéramos capaces de integrar una pequeña parte de lo que trasmite nos transformaríamos como la crisálida se transforma en mariposa. Yo por la cuenta que me trae tomo buena nota de ello y me comprometo a practicarlo.

 Texto original © Ascensión Belart.

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