“Mis palabras son aire, y van al aire… mis lágrimas son agua y van al mar”. Manzanita.
Hay personas que lloran con relativa facilidad y otras que bloquean su necesidad de llorar. Para algunas su motivación profunda es huir del dolor mientras que otras sienten que existen en la medida en que sufren y se apegan a él. Más allá de estos posicionamientos polarizados, es bueno saber que las lágrimas son liberadoras, contienen analgésicos naturales que atenúan el estrés, son un bálsamo para las heridas del desamor, aligeran el corazón apesadumbrado, consuelan y reconfortan en el adiós. Las lágrimas no derramadas oprimen el corazón y generan ansiedad. Como dijo Frida Kalho: «Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior». Sigue leyendo