Hay momentos y circunstancias que son como tsunamis emocionales: nos vapulean, remueven y agitan de tal manera que nos llevan a la periferia de nuestro centro, y la Navidad es uno de ellos. En mi consulta soy testigo de ello cada año: semanas antes y semanas después se habla de la Navidad. La mayoría de mis clientes me comentan lo difícil que son estas fechas para ellos. Y así es, son cronologías que revuelven nuestros cimientos, que nos retrotraen a la infancia y a determinados rituales y ambiente familiar que luego repetimos con nuestros hijos. Estos momentos son susceptibles a toda clase de malestares y conflictos en los que nuestra parte vulnerable puede sentirse descolocada e indefensa, especialmente cuando falta algún miembro de la familia o se está viviendo el duelo de una separación y/o divorcio. Sigue leyendo