Una no para de sorprenderse ante los abusos de poder, las injusticias, la sobreexplotación de las personas y los recursos naturales, la codicia de algunos, las tremendas desigualdades, el empobrecimiento social… es una caricatura de la sociedad del bienestar. La eterna lucha entre poderosos y oprimidos, entre ricos y pobres. El poder político y económico unidos explotando al resto de la humanidad. Y ante esta situación la Iglesia se mantiene en silencio, siendo cómplice de todo ello. Sigue leyendo